Echando paso


(O, del mal gusto de aquellos que se quejan del mal gusto)

Pillan, o bueno, no lo pillan porque nuestro concejal sale muy orondo y posando con la barriga al aire.

Sale a la luz pública un video en el que aparece el concejal Emiliano Larrota, del Partido Conservador por el Municipio de Piedecuesta, Santander. En el video se ve… lo que se ve: un grupo de señores barrigones algo o mucho borrachos (uno de ellos contoneándose al ritmo de una música bien fiestera) y otros dos o tres, menos oblongos, que portan armas de largo y corto alcance.

Y se « incendia » «la Internet» como dicen ahora en los periódicos.

Que «esto es Colombia», que «hasta dónde hemos llegado», que «Colombia es pasión»,  que «República Bananera» y demás frases de escritorio, frases de cajón que no dicen nada y que quieren decir mucho. Las plañideras habituales.

Y, ¿qué dicen esas frases?

Mucho, de nosotros, de los Colombianos que ni siquiera conocemos el país en el que vivimos y en el que votamos. Nos pintan de cuerpo entero. Así como la reacción del Partido Conservador que, prestísimo, ultra súper diligente, suspende al concejal. Y no se sabe muy bien por qué lo suspende. ¿Será que por haberse dejado pillar? ¿por salir en un video con hombres armados? ¿por feo y gordo y “boleta“?. ¿Por mojar «mala» prensa en el feisbu?

En Colombia estamos, y me suena mucho la última opción.

Porque no basta sino con leer los comentarios, la razón del escándalo: un gordo bailando con unos celadores al lado de unas camionetas y con unas botellas de guaro y pola encima de la mesa.

¿Que qué horror un político bailando con unos manes armados al lado?

Eso es cosa de contexto, doctor: póngase en vez del gordo a un honorable Presidente a bailar vallenato, como alguna vez lo hizo frente a las cámaras el Doctor Gaviria (y lo hacía también el Doctor López “pollo loco“ bastante seguido) con los celadores de turno, o sea el Batallón Guardia Presidencial y aquí no pasa nada.

Porque ese país arribista, ese país gomelo, yuppie, wannabita y falso y cosmético « que no está acostumbrado a ir a lejanías », como dicen que dijo alguna vez Álvaro Gómez cuando le preguntaban que por qué nunca iba al campo colombiano. Ese país que vive más cerca de Miami y de Madrid que de Mosquera y Piedecuesta, no tiene ni idea de que al ladito existe otro, uno de verdad, en el que la gente baila como nuestro concejal Larrota. Que bebe guaro como Larrota, que anda secundada de celadores mancados con revolver y escopeta porque ASÍ se vive y se hace política y se ejerce la democracia en muchas regiones del país.

Esa gentecita que le da “share“ al video de marras debería más bien sacar unos dos o tres libros de la biblioteca y ponerse a leer e investigar como funciona el país que les tocó en suerte. En vez de avergonzarse de Larrota deberían sentir vergüenza de sí mismos, por ignorantes y arribistas. Por creer que están en Copenhague o en Berna. Y eso, porque hasta en Europa se cuecen habas y de tanto en tanto salen fotos de políticos jinchos de la perra, con el pirulo al aire orinando por alguna ventana; con sus ejércitos de guardaespaldas secundándolos.

Sí, país de babas, como lo llamó alguna vez Antonio Caballero.

Qué patetismo.

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